por la infancia y un desarrollo solidario

 

 

Por Alex Tarqui Llusco, niño periodista e integrante del Consejo Nacional Consultivo de Niñas, Niños, Adolescentes y Jóvenes de Terre des Hommes Suisse en Bolivia

 

La educación digital o en línea, en la actualidad, depende totalmente de la economía de cada familia y no del Estado como debería ser. Esa es la situación que viven miles de escolares en Bolivia que no asisten a clases presenciales desde marzo del 2020, sobre todo niñas, niños y adolescentes cuyas familias viven con el trabajo del día a día.

Pensar en comprar megas o dispositivos choca con la realidad y más todavía si en la familia hay varias niñas, niños y adolescentes, porque durante esta pandemia las personas de escasos recursos están más preocupadas por sobrevivir y alimentarse. En esas condiciones, el estudio ha quedado relegado en la economía familiar, tanto en las ciudades como en el área rural.

Organizaciones juveniles, que han mantenido el contacto recurriendo a herramientas digitales, han identificado varias regiones que no tienen las mínimas condiciones para la educación en línea, como las zonas de las cordilleras y las profundidades de la Amazonía y del Chaco. En estos lugares, habitado fundamentalmente por pueblos indígenas, la cobertura de Internet es bastante baja y entre el 40 y 60 por ciento ni siquiera tienen acceso.

A lo anterior hay que sumar la poca disponibilidad económica que tienen para adquirir celulares, computadoras o tablets, puesto que, ante el cierre de fronteras, los precios de los equipos se elevaron y se volvieron inaccesibles, no solo para las familias empobrecidas, sino también para quienes no tienen tantas dificultades económicas. Más difícil es la situación de familias que tienen varias niñas y niños; en Bolivia el número promedio de hijas e hijos es de tres.

Sin garantías para el estudio

Pero no solo han sido las familias las que se han visto obligadas a relegar la educación por su precaria economía, sino que el mismo Estado no ha brindado las condiciones ni ha generado planes de apoyo. Así, no está garantizado que más de 2,5 millones de niñas, niños y adolescentes que asisten a las escuelas públicas, puedan tener continuidad educativa en esta nueva modalidad en Bolivia que es la educación digital. En el país hay 2,9 millones de escolares y de estos solo el 11,46% asiste a establecimientos privados, donde ha habido cierta regularidad en las clases en línea, aunque la calidad tampoco es la adecuada.

Esto afecta y seguirá afectando a las niñas, niños y adolescentes, por ello diferentes organizaciones juveniles y de docentes han calificado de discriminatoria a esta modalidad educativa, porque quienes viven en lugares lejanos a las ciudades y no cuentan con el dinero para sustentar sus estudios y pasar sus materias a distancia, están siendo impedidos de ejercer su derecho a la educación. Esto afecta no solo a estudiantes, sino también a maestras y maestros que tienen las mismas dificultades de acceso a Internet y a equipos adecuados.

El planteamiento de estas organizaciones juveniles y de docentes es que el gobierno, mediante una ley, garantice el acceso de estudiantes y maestras y maestros a Internet de calidad y gratuito para poder seguir con la formación escolar de las niñas, niños y adolescentes bolivianos sin discriminar a ningún sector ni región de Bolivia.

Foto:  Familia del Valle Alto de Cochabamba (Carmen Barrantes).