por la infancia y un desarrollo solidario

Por Percida Espinoza Zamudio

Integrante del Consejo Nacional Consultivo de Niñas, Niños, Adolescentes y Jóvenes de Terre des Hommes Suisse en Bolivia

Organizarnos y desde nuestros grupos incidir e informarnos para actuar es uno de los caminos para prevenir y proteger a las niñas, niños, adolescentes y jóvenes de todas las situaciones de violencia que enfrentamos de manera cotidiana. Esto al mismo tiempo implica participación activa para transformar contextos de violencia normalizada.

La participación, sobre todo de adolescentes y jóvenes comprometidos contra la violencia, puede contribuir a que, en un futuro, las sociedades cuenten con personas más conscientes y sensibilizadas respecto a esta problemática, y profesionales capaces de poder implementar políticas de acción más efectivas y que en las instancias públicas, si en algún momento optan por trabajar en ellas, sean verdaderas servidoras y servidores públicos que permitan y faciliten el acceso a la justicia.

Denuncias obstaculizadas

En el transcurso de sus cortas vidas, muchas niñas, niños, adolescentes y jóvenes han sufrido en carne propia violencia psicológica, física, sexual y otros tipos de violencias. Algunos han podido realizar la denuncia, lo cual es enfrentar una verdadera lucha, pues deben visibilizar al agresor, y muchos están en ese proceso de salir de la violencia y aún no pueden identificar al violento, porque lamentablemente se trata de personas de su entorno, de sus hogares, de sus colegios, etc.

Un aspecto fundamental en la lucha contra la violencia es la denuncia, por eso es necesario plantearnos algunas preguntas. ¿Qué tan difícil es decidir hacer la denuncia? ¿Qué tan informadas e informados estamos de las rutas de denuncia? ¿Cuáles son las instancias a las que debemos recurrir? Y, el punto más importante, ¿cómo es la atención a las personas que deciden denunciar? Podríamos responder todas estas preguntas con diferentes investigaciones, pero en las historias reales, anteriores o recientes, están las respuestas. Y es en la última pregunta y en su respuesta donde está la clave de la lucha contra la violencia.

A partir de esas historias sabemos que tomar la decisión de denunciar es un proceso largo y costoso emocionalmente, pero que es mucho más difícil poner tu vida en manos de instituciones públicas, donde las y los funcionarios que atiendan tu caso te pedirán que relates una y otra vez los sucesos que te llevaron hasta ahí, y que incluso es posible que te enfrenten al violentador. Sabemos también que denunciar implica desafiar a una sociedad conservadora, incapaz de ver más allá, que te incita a vivir en silencio, y hacerle frente a organizaciones no gubernamentales y grupos de la sociedad civil ceñidos a líneas de trabajo.

A pesar de lo que me impusieron en mi niñez y adolescencia, como mujer joven no puedo dejar pasar las situaciones de violencia que suceden a mi alrededor. Los datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) del 2018, muestran que cada año se registran 14.000 denuncias de violencia sexual contra mujeres, niñas, niños y adolescentes; que más del 60% de las agresiones sexuales suceden en los propios hogares y que de todas las denuncias presentadas solo el 0,04% concluyen en sentencia contra en violador. Lo que no sabemos es qué pasó con el 99,96% de las sobrevivientes.

En este escenario y como organizaciones de jóvenes ¿cómo podemos lograr que todas las denuncias concluyan con un acto de justicia? Proponemos y exigimos que las instituciones que brindan servicios de atención cuenten con sistemas adecuados de información; que la atención sea integral y que además de lo legal, también contemple la salud física y biopsicosocial; que la responsabilidad sea asumida por las autoridades nacionales, departamentales, municipales, locales, comunitarias y por la sociedad civil en general; y que de manera conjunta se diseñe un protocolo específico de atención a sobrevivientes de la violencia. Planteamos que la violencia sea vista también como una pandemia que todas y todos debemos detener.

 

Foto: Un integrante de la agrupación juvenil Punto Cero de la ciudad de El Alto analiza las situaciones de violencia.