Por Camila González Aramayo, niña periodista e integrante del Consejo Nacional Consultivo de Niñas, Niños, Adolescentes y Jóvenes de Terre des Hommes Suisse en Bolivia
A mis ocho años pasé mi primer curso de autodefensa feminista y yo era la única niña entre varias mujeres adultas. Esa vez me sirvió para decirles basta a mis compañeros de curso, que se enojaban y nos insultaban cuando les ganábamos en deportes. Desde entonces pasé varias veces los talleres que dicta Mujeres Creando y la última vez, a mis 13 años, llevé a mi mejor amiga para que comience a sentir la seguridad y el conocimiento que yo he ido ganando.
En los talleres de autodefensa feminista para niñas se aprende técnicas para escapar de los hombres violentos y machistas, no se trata de andar golpeando a quien se te ponga enfrente, sino de saber qué hacer para salvar tu vida. Pero eso no es todo.
La instructora María Eugenia Gómez nos provocó curiosidad para conocer más sobre la violencia machista y algo que aprendimos es que también puede haber mujeres machistas. La mayoría de las niñas que participamos en el taller pusimos como ejemplo a nuestras abuelas que les dan preferencia a sus hijos varones y a las mujeres las mandan a limpiar y cocinar.
Pero mi amiga, que también se llama Camila Cortés, puso de ejemplo a una niña que alguna vez fue su amiga. Esto nos hizo pensar que todavía falta mucho por cambiar en el mundo para que las mujeres vivamos en libertad.
Una de las cosas más bonitas del taller fue conocer a niñas diferentes, pero con los mismos intereses que tengo que yo. Todas terminamos con más confianza en nosotras mismas y sintiéndonos valientes, algo que a muchas les han hecho sentir que no podrán lograr.
En este año que todo ha sido virtual, también hemos aprendido que la violencia machista no solo es “presencial”, sino que también puede ser virtual a través de las redes sociales. Entonces también tenemos que estar prevenidas para eso.