por la infancia y un desarrollo solidario

Por María Eugenia Condori Barrera

La primera vez que vi el ritual del lavatorio fue cuando mi abuelita, Victoria Ramos, murió durante la pandemia. Mi familia lavó su ropa en el río de La Angostura, en el municipio de Arbieto, en Cochabamba, para despedirse de ella.

El lavado de ropa es un ritual que viene desde nuestros ancestros para darles un último adiós a las personas. La ropa del difunto se lava en la corriente del río para que se pueda llevar todas las penas que tuvo la persona muerta y la pena que tienen sus familiares por su muerte.

El día del lavatorio de mi abuelita fuimos al río llevando todas sus pertenencias. Llegamos al río con mis familiares. Primero hicieron una oración para el alma de mi abuelita y luego empezaron a lavar sus ropas. Mientras lavaban la ropa, lloraban recordándola.

Después de lavar escogieron: todo lo viejo lo acomodaron en un lugar y todo lo nuevo en otro lado. Lo viejo lo quemaban y lo nuevo era entregado a los seres queridos de la difunta. La ropa nueva se puede volver a usar después de un año.

Cuando finaliza esta repartición, las familias arman una especie de casita con piedra, tierra y ladrillo. Dentro de ellas ponen alimentos y bebidas que le gustaban al difunto, incluso algún vaso o cuchara que le pertenecía, para que se vaya feliz al cielo. Como todas las personas que necesitamos platos, ollas y cucharas para la vida cotidiana, dicen los abuelos que en el hanaqpacha (cielo) también van a necesitarlos.

En las orillas del río de La Angostura se puede ver las casitas de mosoj almas (almas nuevas), en algunas de ellas sus familias han puesto plantitas de papa, haba, etc., como imitando las chacras del pueblo.

Mi mamá se llama Benedicta Barrera Ramos. Ella dice que esta “es una costumbre antigua de nuestros abuelitos”. “Lavamos, quemamos para que la almita no tenga pena, toda la ropa, no tiene que quedar ninguna, todos llevan al río para lavar y lo que no sirve, se quema”, explica.

Ahora que ella es cristiana evangélica, me dice que esta tradición se practica igual, pero sin ponerse la ropa negra del luto, sino con ropa blanca para mostrar felicidad de que la almita se haya ido con el señor Jehová.

Mi papá, Pascual Condori Ambar, dice que el lavatorio es parte de los antiguos usos y costumbres, y que “si no se lo lavan decían que se escuchaban ruidos y veían a la almita caminar, y que, si no quemaban todo, como restos de cabello, la almita podía venir a buscarlos en sueños para que cumplan con el ritual”.

A otras personas no les gustan estas prácticas. Uno de ellos es don Antonio Laime Higuera, que caminaba cerca de las casitas de mosoj almas y nunca ha despedido así a sus muertos. Él dice que quemar la ropa al lado del río contamina el medioambiente.

Hasta que mi abuelita falleció, nunca había visto hacer un lavatorio. Al escuchar todo lo que me contaban mis papás, pienso que deberíamos seguir practicando esta costumbre en el río y no olvidar nuestra cultura y tradiciones de nuestros ancestros. Sin embargo, la contaminación de los ríos lo está impidiendo en varios lugares.

  1. El río de la Angostura en la ciudad de Cochabamba es un espacio de tradiciones ancestrales.

 

  1. Personas de diferentes lugares llegan a la orilla del río para lavar la ropa de sus difuntos. Esta tradición se practica desde tiempos remotos en el Altiplano y en el Valle de Bolivia.

 

  1. Todas las pertenencias de los seres queridos fallecidos son llevadas al río para ser parte de un ritual.

 

  1. La ropa es lavada en la corriente del rio para el agua se lleve todas las penas del difunto y de su familia.

 

  1. Las pertenecías de los difuntos son escogidas. Lo nuevo es para heredar a sus seres queridos y lo viejo se quema para que en el janaqpacha (cielo), el difunto o la difunda pueda usarlo, incluso utensilios.

 

  1. Después del lavatorio y el quemado de las pertenecías del difunto, se construyen pequeñas casitas en la orilla del río donde dejan ofrendas.

 

  1. La casita es lo más parecido a una réplica de la casa que el difunto tenía en vida.

 

  1. Existen construcciones antiguas que han resistido el transcurrir del tiempo.

  1. Algunos cactus son plantados alrededor de las casitas para representar los cultivos que el difunto tenia en vida.

 

  1. Dentro de las construcciones se puede ver pequeños costales que contiene alimentos secos (chuño, papa, maíz, haba, etc.).

 

  1. Los familiares de los difuntos se despiden poniendo dentro de las casitas los alimentos que les gustaban en vida.

 

  1. Esta tradición ancestral es practicada por diferentes religiones, pero con modificaciones en las estructuras de las casitas.