por la infancia y un desarrollo solidario

Por Henry Mamani Aguilar, 16 años, ecoperiodista del municipio de El Alto, La Paz

En el río Seke, en el tramo que pasa por el barrio San José de Yunguyo, del Distrito 4 de la ciudad de El Alto, desemboca un tubo que viene directamente de un matadero clandestino de chanchos. El agua está teñida de sangre y los perros no solo la beben, también comen los restos del faenado que salen por la tubería.

En el lugar hay muchas viviendas, escuelas, negocios y el puente que está sobre el río es muy transitado. Un vecino se quejó por el mal olor que afecta al barrio y que empeora en los días soleados; contó que fueron a reclamar a los chancheros, pero no les hicieron caso. Luego, la junta de vecinos fue a reclamar a la Alcaldía, pero ni les respondieron. Mientras el problema persiste.

Una vendedora de dulces y coca, que no quiso dar su nombre, nos dijo en aymara que la contaminación del río es provocada por los chancheros de “las casas amarillas que están al fondo, de ahí viene el olor feo”. Esta señora trabaja cerca del río y vive en el barrio donde ya no saben qué hacer porque la Alcaldía no responde. Lo único que la ayuda a soportar mientras vende, es pijchar coca, es decir que mastica la hoja.

El Distrito 4 de la ciudad de El Alto tiene letreros que prohíben arrojar desechos tóxicos y basuras al río Seke, pero la gente lo sigue haciendo.

Mataderos clandestinos echan la sangre de los animales sacrificados al río Seke. Los perros beben estas aguas contaminadas.

En las orillas del río Seke hay dos canchas para hacer deporte. Las vallas metálicas evitan que los balones caigan al agua contaminada.

Un letrero que prohíbe botar basura al Seke, se encuentra entre los muchos escombros que hay en el río.

Uno de los conductos que lleva la sangre del matadero al río Seke también arrastra la basura que los transeúntes botan a diario.

Arriba del río hay un puente por donde pasa el transporte público de forma permanente.