por la infancia y un desarrollo solidario

Este es un kimsacharani, un látigo hecho con tres tiras de cuero, con el se castiga a las niñas y niños en la zona andina de Bolivia. En la cultura aimara, cada tira representa uno de sus principios: ama sua (no seas ladrón), ama llulla (no seas mentiroso) y ama q’uella (no seas flojo).

 Por: José Armando Chipani, Camila González Aramayo, Dilan Villca y Paloma Ayllón Zambrana

Un palo de escoba, un trapo, un zapato, una manguera, cadenas para perro, son objetos de uso diario en la casa. Si los juntamos con un látigo de cuero y un cinturón se convierten en instrumentos de tortura contra niñas y niños en pleno siglo XXI. Tener que identificar y fotografiar cada una de estas cosas nos provocó miedo, dolor, rabia y decepción.

Entrevistamos a estudiantes, profesores, mamás y papás, a una abogada de la Defensoría de la Niñez, a una trabajadora social del servicio legal Mujeres en busca de justicia y a una psicóloga. Les preguntamos si las niñas y niños sufren violencia física, nos contestaron que sí. Luego quisimos saber con qué les golpean y nos dijeron que lo que más utilizan para hacerles daño son: la mano, el palo de escoba, cuerdas, zapatos, trapos mojados, cinturones, cadenas y el temido kimsacharani (látigo). También les echan agua fría o caliente, los queman con ladrillos y con planchas, les lanzan piedras, los arrojan contra las paredes, les tiran del cabello, los encierran…

 Basándonos en esos relatos fuimos a los mercados a buscar esos objetos para fotografiarlos y algunas personas nos ayudaron agarrándolos. En el mercado de la Max Paredes, en la ciudad de La Paz, encontramos kimsacharanis por montones, colgados en clavos. Nos hizo pensar en los ganchos donde cuelgan la carne y también en el dolor que se debe sentir con un latigazo, debe ser como sentir que trituran tu carne y te quitan un pedazo de tu cuerpo. Estos látigos cuestan entre 7 y 10 bolivianos, que equivalen a un dólar y algo más, y se venden muchos.

 En el mercado de Ciudad Satélite, en la ciudad de El Alto, encontramos también escobas, trapos, cadenas, mangueras y cinturones que no cuestan mucho y que se encuentran en cada casa. Al pensar en que sirven para lastimar a las personas más indefensas, sentimos que esas casas deben tener un ambiente inhumano.

 La Defensoría de la Niñez y Adolescencia de La Paz recibe cada día 18 denuncias de violencia contra niñas y niños, y el 95% de los casos ocurre en la familia. La mayoría de las palizas no se denuncian, porque es normal disciplinar a las niñas y niños con golpes.

 La violencia física vulnera varios derechos de las niñas y niños que están escritos en la Convención sobre los Derechos del Niño: artículo 4, de aplicación de derechos; artículo 5, orientación de los padres y madres; artículo 6, supervivencia y desarrollo; artículo 13, libertad de expresión; artículo 18, responsabilidad de los padres y el artículo 19, protección contra los malos tratos.

 

Un trapo mojado produce mucho dolor en las piernas de una niña o niño.

 

Con las escobas golpean a niñas y niños hasta romper el palo en su cuerpo.

 

Estas cuerdas no solo sirven para amarrar cosas, sino también para maltratar.

 

Con esta foto hemos querido representar el dolor que deben sentir las niñas y niños al ser golpeados con un látigo como el kimsacharani.

 

En esta foto se ven dos de los objetos con los que golpean a niñas y niños: cadenas y mangueras.

 

Con la mano golpean a las niñas y niños con mucha frecuencia.

 

Las chancletas y los zapatos también lastiman a las niñas y niños. 

 

Cinturones de distintas formas y tamaños se venden en las calles y las tiendas, muchos servirán también para lastimar a niñas y niños.

 

Con este set de juguetes los niños aprenden a ser violentos, pero el palo que se ve sirve también para golpear a esos mismos niños.

 

Las niñas y niños golpeados sienten que no pueden escapar del dolor de ser golpeados, por lo general, por sus propias madres y padres.