Por Luz Clarita Quispe Cáceres - Niña ecoperiodista
El río Corral Mayu, ubicado a dos horas de la ciudad de Sucre, pero en el departamento de Potosí, es una fuente de materia prima para la construcción. De ahí extraen piedra, piedrilla, ripio y arena. La extracción de estos agregados está causando la erosión de la superficie de este río que atraviesa por 12 comunidades.
Hasta hace poco el río era tan caudaloso que podía llevarse a los automóviles que se atrevían a cruzarlo. Tenía una fuerza enorme. Ahora su caudal apenas mide entre 40 a 50 centímetros en algunas partes, pero en otras casi ha desaparecido. Si bien la sequía podría ser la causa de esta reducción, incluso en la época de lluvias no llega a crecer como antes.
Don Francisco, comunario de Corral Mayu, dijo que el río comenzó a secarse hace cinco años y él cree que se debe al cambio climático. Al recordar cómo era antes, dijo que “el río corría nomás, solamente sacaban (parte del agua) hacia el molino, antes hacía girar el molino de piedra. Ahora ya no existe. Algunas parcelas para regar sacaban en Corral Mayu, ahora tampoco ya no sacan”.
La extracción de áridos empezó hace unos 10 años, de vez en cuando, para la construcción y los proyectos de las comunidades, por ejemplo, viviendas, pozos, tanques, salones, postas sanitarias y escuelas.
La señora Ana, comunaria del lugar, dijo, en idioma quechua, que antes llevaban agua en tubos y canaletas para cocinar, bañarse, para lavar y para dar de beber a los animales. Los áridos solo eran para las obras en las comunidades y las empresas debían pedir permiso a los presidentes de cada comunidad.
En cambio, hoy en día cualquiera extrae materiales para llevarlos a las ciudades más cercanas, como Sucre y Potosí, para la venta y construcción. Esto ha provocado que la excavación aumente hacia el subsuelo y hacia los costados del río, lo que a su vez puede causar derrumbes de los caminos de las comunidades y de los sembradíos, así como turbidez del agua.
En la ribera del río, la tierra es fértil, por eso los comunarios tienen sus sembradíos donde producen papa, oca, papalisa y cebada, entre otros. Pero debido a la excavación en los costados, hay parcelas que llegan a derrumbarse. Cuando esto ocurre, las comunidades exigen que se pague al dueño el costo del terreno y de la cosecha perdida.
El día que visité el río Corral Mayu, entre la comunidad de Salak’uchu y Corral Mayu, no se encontraban los trabajadores, pero los comunarios del lugar explicaron que la extracción de los áridos es gratuita para las obras de las comunidades próximas al río y los comunarios también pueden extraerlos sin necesidad de permiso; en cambio, personas que no son del lugar deben pagar un costo al sindicato del lugar.
Ahora no existe un control por parte de las autoridades y se está planteando que se tramite un permiso para quien quiera llevar los agregados, en cantidades grandes, a ciudades cercanas.
Lo que se sabe es que algunos camiones se llevan los agregados sin autorización, lo cual causa molestia entre la comunidad y vulnera su derecho a la participación en la toma de decisiones sobre temas ambientales que les afectan directa o indirectamente.
Hace unos cinco años, el agua cubría todo el lecho del río.
En las tierras aledañas al río, las y los comunarios tienen sus cultivos.
El río Corral Mayu tiene una extensión de más de 14 kilómetros.
Los áridos se acumulan en diferentes lugares y luego son trasladados por camiones hasta las ciudades de Sucre y Potosí, sobre todo.
Las excavaciones para extraer áridos ocasionan derrumbes de parcelas.