por la infancia y un desarrollo solidario

Por Gabriela Saenz - Niña ecoperiodista

Gonzalo Albornoz es un ciudadano más de la ciudad de Sucre, pero tiene algo especial: él produce sus propias plantas medicinales, frutas y flores en el jardín de su casa hace más de 20 años.

En tan solo ocho metros cuadrados hace crecer, entre otras plantas, espinaca, perejil, algunas hierbas medicinales y un duraznero que son un gran beneficio para él y su familia, porque les sirven para su consumo. En su calle todas las casas se ven opacas, pero la suya es colorida por las flores que tiene y el verdor de su pequeño huerto.

Al principio, decidió sembrar algunas plantas en el espacio que tenía en su jardín, sin saber que llegaría a producir sus propios alimentos. Luego los vegetales fueron apareciendo poco a poco, algunos sin siquiera haberlos sembrado. Decidieron cuidarlos y se fueron manteniendo ahí mismo.

Entre las plantas que sembró está el aloe vera o sábila, que utiliza en pequeñas cantidades cada que lo necesita para aliviar la gastritis y otros malestares. No emplea ningún producto químico para mantener sus plantitas, que crecen de manera natural con riego y el agua de lluvia hace ya más de 20 años.

Entrar por primera vez a su casa sorprende por la gran cantidad de espinacas, sábila, perejil, flores y rosas que se puede apreciar.

¿Cuáles son sus plantas favoritas? El señor Albornoz comentó que son, sobre todo, las rosas que lleva a la tumba de su mamá y su abuelita.

Aunque cuida un espacio tan pequeño, siente los efectos del cambio de la temperatura en la flora. “Las estaciones del año están cambiando, normalmente cuando no tiene que hacer frío, hace frío, y cuando tiene que hacer calor, a veces no hace calor. Por ejemplo, en esta estación de primavera y verano que está haciendo frío”, explica el señor Albornoz.

La participación de las personas en el cuidado del medio ambiente no es amplia. Sin embargo, hay personas como Gonzalo Albornoz que podrían contribuir, desde espacios grandes o pequeños, urbanos o rurales, a beneficiar a la fauna y flora de la ciudad, y con ello al bienestar de todas las personas.

La entrada de la casa de Gonzalo Albornoz hace pensar en si el verdor también está adentro.

Con las rosas que cultiva mantiene viva la memoria de su mamá y de su abuela.

El riego es fundamental para mantener a las plantas frescas.

Sus espinacas radiantes se sirven luego en su mesa.

Gonzalo Albornoz siente orgullo por su huerto.